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Una cartade mujer
[Cuento -Texto completo.]
Jacinto Benavente
…Nuncasabrás cuánto me cuesta contestar atu carta. No es querenueves en mí dolorosasmemorias; es que al fijarlas para escribirte, caigo enla cuenta de que sonmemorias de cosas pasadas, cuando mi pensamiento no sabíadiferenciar elrecuerdo de la esperanza. De un largo amor que vive la vidaentera del amor; consus torpezas y balbuceos de niño, primero; con fogososarrebatos de joven,después; reflexivo y prudente, más tarde; al cabo,fatigoso, desengañado, paramorir como viejo, con cualquier pretexto más que deenfermedad; de este completoamor sólo puede quedarnos el recuerdo que de losmuertos queridos nos queda.Pero un amor que no ha envejecido ni ha muerto ennuestro corazón, un amorjuvenil que sin tristezas ni desengaños ni cansanciohuyó de nuestro lado, ¿cómorecordarlo sin que el recuerdo acaricie como unaesperanza? Pasó… ¿para siempre?¡Si era todo vida y juventud! ¿No le quedarávida para volver? ¡Dices que seacuerda de mí! ¡Como que asegura con su risaburlona, esa risa que parece elllanto de los que no pueden llorar, que ha sidouno de los amores más largos desu vida! ¡Ocho días! Una eternidad para él, quecuenta los días por los amores.¡Pobre amiga mía! ¿Crees seriamente que no esD. Juan tan temible para loshombres ni para las mujeres como pregona la famaescandalosa de sus aventuras?¿Dices que en esa ciudad no ha dado muerte anadie ni ha enloquecido a ningunamujer? ¿Y si al final fueras tú laenloquecida, y tu digno esposo y señor elmuerto? No burles con don Juan, nohalagues tu vanidad de mujer juzgando quepuedes humillarle y vengar con suhumillación a cuantas infelices fuimosvíctimas suyas. D. Juan lleva en su almatodas las energías del hombre-y todaslas sutilezas de la mujer. En su alma vereflejada la nuestra como en un espejo.Quieres fingir con él, y ganándote porla mano, antes de que tú llores, llora;antes de que le pidas celos, te dasatisfacciones; antes de que tú puedasaparentar un dolorcillo de cabeza, teobligará a velar a su cabecera toda unanoche, porque desencajado y convulso tedirá que ha tomado un tósigo. Con él noes posible prevenir quejas ni caricias,resistencias ni favores; siempreapercibido, te desconcierta, te enloquece, yen una hora jura y golpea como unrufián, y suspira madrigales como untrovador, y te acobarda, y se postra a tuspies, y blasfema, y reza, y ríeburlón, y llora como un niño…. No es un hombre,no; no es un amor; es todo elamor…. Desde que huyó de mi lado, a mi lado estásiempre, rival de todos misadoradores, impidiendo que un nuevo amor borre suamor de mi memoria. ¿Que podrándecirme que él no me dijera? Cada uno de los queme enamoran es sólo un aspectode D. Juan. Huye, huye de él si aún es tiempo; nole conoces, no sabes quiénes…. Ya ves, al darme sus señas me dices que sus ojosson negros— Yo estoysegura de que eran azules.
*FIN*
Una cartade mujer
[Cuento -Texto completo.]
Jacinto Benavente
…Nuncasabrás cuánto me cuesta contestar atu carta. No es querenueves en mí dolorosasmemorias; es que al fijarlas para escribirte, caigo enla cuenta de que sonmemorias de cosas pasadas, cuando mi pensamiento no sabíadiferenciar elrecuerdo de la esperanza. De un largo amor que vive la vidaentera del amor; consus torpezas y balbuceos de niño, primero; con fogososarrebatos de joven,después; reflexivo y prudente, más tarde; al cabo,fatigoso, desengañado, paramorir como viejo, con cualquier pretexto más que deenfermedad; de este completoamor sólo puede quedarnos el recuerdo que de losmuertos queridos nos queda.Pero un amor que no ha envejecido ni ha muerto ennuestro corazón, un amorjuvenil que sin tristezas ni desengaños ni cansanciohuyó de nuestro lado, ¿cómorecordarlo sin que el recuerdo acaricie como unaesperanza? Pasó… ¿para siempre?¡Si era todo vida y juventud! ¿No le quedarávida para volver? ¡Dices que seacuerda de mí! ¡Como que asegura con su risaburlona, esa risa que parece elllanto de los que no pueden llorar, que ha sidouno de los amores más largos desu vida! ¡Ocho días! Una eternidad para él, quecuenta los días por los amores.¡Pobre amiga mía! ¿Crees seriamente que no esD. Juan tan temible para loshombres ni para las mujeres como pregona la famaescandalosa de sus aventuras?¿Dices que en esa ciudad no ha dado muerte anadie ni ha enloquecido a ningunamujer? ¿Y si al final fueras tú laenloquecida, y tu digno esposo y señor elmuerto? No burles con don Juan, nohalagues tu vanidad de mujer juzgando quepuedes humillarle y vengar con suhumillación a cuantas infelices fuimosvíctimas suyas. D. Juan lleva en su almatodas las energías del hombre-y todaslas sutilezas de la mujer. En su alma vereflejada la nuestra como en un espejo.Quieres fingir con él, y ganándote porla mano, antes de que tú llores, llora;antes de que le pidas celos, te dasatisfacciones; antes de que tú puedasaparentar un dolorcillo de cabeza, teobligará a velar a su cabecera toda unanoche, porque desencajado y convulso tedirá que ha tomado un tósigo. Con él noes posible prevenir quejas ni caricias,resistencias ni favores; siempreapercibido, te desconcierta, te enloquece, yen una hora jura y golpea como unrufián, y suspira madrigales como untrovador, y te acobarda, y se postra a tuspies, y blasfema, y reza, y ríeburlón, y llora como un niño…. No es un hombre,no; no es un amor; es todo elamor…. Desde que huyó de mi lado, a mi lado estásiempre, rival de todos misadoradores, impidiendo que un nuevo amor borre suamor de mi memoria. ¿Que podrándecirme que él no me dijera? Cada uno de los queme enamoran es sólo un aspectode D. Juan. Huye, huye de él si aún es tiempo; nole conoces, no sabes quiénes…. Ya ves, al darme sus señas me dices que sus ojosson negros— Yo estoysegura de que eran azules.
*FIN*